Esta es la «clementina», el fruto que siempre has confundido con la mandarina

¿Alguna vez has escuchado hablar sobre la «clementina»? Es seguro que la gran mayoría de las personas no reconozcan este término, pero es muy probable toda tu vida te hayas referido a la clementina como una mandarina, sin embargo, en términos estrictos, estas no son la misma fruta y en esta nota te platicaremos cuáles son las diferencias, esto te sorprenderá, ¡sigue leyendo!

Las mandarinas…

Originalmente, la mandarina es el fruto del árbol denominado «mandarino», cuyo nombre científico es Citrus reticulata, perteneciente, al igual que todos los cítricos, a la familia de las Rutáceas (Rutaceae), la cual cuenta con más de 1600 especies descritas.

Este fruto es originario de las zonas tropicales de Asia, específicamente del suroeste de China e Indochina.

La mandarina es un fruto pequeño de forma globosa con polos deprimidos, cuya coloración de la cáscara va desde el amarillo verdoso hasta el rojo anaranjado y normalmente suele ser brillante y fácilmente separable de la pulpa, la cual está constituida por 10-12 deliciosos gajos.

Las primera referencias del cultivo de este árbol se remontan al siglo XII a.C., de hecho, se cree que su nombre se debe al color de los trajes que vestían los mandarines –gobernantes de la antigua China–, quienes tenían el privilegio de acceder a este fruto milenario. Por su parte, se estima que el cultivo se introdujo a Europa hasta el siglo XIX, extendiéndose posteriormente a otras partes del mundo.

En este sentido, la mandarina (Citrus reticulata) es el fruto salvaje y original, no obstante, así como muchas cosas cambian a través del tiempo, los cultivos de frutos milenarios, como la mandarina, también lo han hecho.

De este modo, las mandarinas han cambiado, en gran parte por la mano del hombre, dando paso a lo que se denomina «clementinas», y algunas otras variedades de este fruto. Veamos los detalles a continuación.

Las clementinas…

Las clementinas son un fruto hibrido que surge de la combinación de la mandarina salvaje (Citrus reticulata) y un tipo de naranjo dulce (Citrus sinensis). Se cree que el origen de la clementina se remonta a principios del siglo XX, tras un cruce natural y espontáneo en un huerto en Argelia que fue descubierta por el padre Clément Rodier, por lo que podemos entender su particular denominación.

De este modo, según cuenta la historia, el padre Rodier encontró un árbol diferente en la población de mandarinos del jardín que cuidaba en un orfanato de Misserghin (Argelia), siendo destacable por su apreciable sabor, pero, sobre todo, por la característica de que, a diferencia de la mandarina silvestre, no presentaba semillas en su interior, algo muy valorado en los frutos para el consumo humano.

Esto hizo que este tipo de fruto se extendiera, siendo cultivado por primera vez en Argelia, España, Marruecos, Túnez, Italia, Líbano y Francia.

Actualmente la clementina se acepta como una de las variedades principales de la mandarina que a su vez cuenta con distintas subvariedades con ciertas particularidades menores. En general, se describe que las clementinas se cosechan entre noviembre y enero, por lo cual, este es el fruto que conocemos típico de la época decembrina, según se indica.

De este modo, no es que sea incorrecto denominar a las clementinas como mandarinas, ya que son una variedad de este fruto silvestre, pero sí que resulta interesante reconocer su origen y diferencias, pues, en términos estrictos, no son el mismo fruto.

Comparte ciencia, comparte conocimiento.