El virus responsable de COVID-19 tiene la capacidad de encoger el cerebro

La enfermedad de COVID-19 acarreó desde hace dos años efectos negativos para las personas, con millones de infecciones y defunciones en todo el mundo. El virus SARS-CoV-2 nos tomó por sorpresa, la humanidad no se encontraba preparada para la prevención mediante el confinamiento, ni para el diagnóstico temprano, la aplicación de tratamientos médicos o la disminución del impacto de la patología mediante inmunización por esquemas de vacunación.

A pesar de esto y, en tiempo récord, la investigación y seguimiento del progreso de la infección logró el desarrollo de vacunas que han disminuido el número de hospitalizaciones por COVID-19 tras reducir los efectos de la enfermedad a síntomas leves, así como evitar el número de fallecimientos que en un principio se reportaban. De la misma manera, se han investigado las múltiples consecuencias en los organismos que se infectan con el virus, ya que se ha reconocido que la infección no se reduce a un cuadro clínico respiratorio, sino que, es capaz de afectar otros órganos y sistemas a largo plazo que quedan como “secuelas COVID”; hoy en día se sabe poco sobre estos efectos post-COVID-19.

Recientemente se describió cómo el virus SARS-CoV-2 afecta a ciertas células especializadas del corazón y produce arritmias en los pacientes. Asimismo, se ha reconocido, tras un compilado de evidencia científica, que existen anomalías en el cerebro de los pacientes que cursaron con COVID-19 pero, como sucede con distintas características patológicas de esta enfermedad, aún existen incógnitas que evaluar.

Lo que se sabe del efecto causado en el cerebro por COVID-19

Se ha documentado que las personas que cursan con esta enfermedad frecuentemente presentan disfunciones cognitivas, enunciando afecciones neurológicas derivas de la infección del virus.

Las investigaciones que han hecho hincapié en esta consecuencia demostraron que hay una frecuencia relativamente alta de deterioro cognitivo varios meses después de que las personas sobrevivieron a la COVID-19. Asimismo, se han realizado mediciones de biomarcadores que indicaron una disfunción cerebral con síntomas neurológicos persistentes como una secuela de la infección por SARS-CoV-19, estimando que un tercio de todos los pacientes con COVID-19 desarrollaran secuelas con síntomas neurológicos.

Actualmente un estudio reveló cambios en la estructura cerebral de pacientes COVID-19 incluyendo a aquéllos que cursaron por un cuadro clínico leve y que no requirieron hospitalización, este punto es uno de los más importantes del estudio, ya que normalmente se toma en cuenta las consecuencias en pacientes graves, subestimando los efectos prolongados de COVID-19 ante una infección leve.

En el estudio se investigó a 785 participantes que incluían 401 casos positivos a COVID y solo 15 casos graves que requirieron hospitalización en comparación con 304 personas sanas. Se tenían escaneos cerebrales de estas personas antes de la infección y, mediante la comparación de un segundo escaneo (post-COVID), se determinó que se presentó una reducción del tamaño global de cerebro con una mayor disminución en la materia gris de ciertas zonas.

Además, se encontró un mayor daño tisular en regiones que se conectan al olfato y un mayor deterioro en las capacidades cognitivas entre los dos momentos de evaluación (antes y después de la infección) específicamente se encontró alteración en la atención, la capacidad de detección visual y la velocidad de procesamiento. Conjuntamente, una revisión sistemática determinó que persiste un deterioro en las funciones ejecutivas, la atención y la memoria en pacientes post-COVID-19.

Los más impactante de estos resultados es que, incluso cuando se excluyó a los 15 participantes que cursaron por una enfermedad grave, los resultados seguían siendo significativos, permitiendo demostrar que los efectos prolongados del COVID-19, al menos en lo que respecta a afecciones neurológicas, impacta a las personas cuyo cuadro clínico es leve.

Lo que no se sabe del efecto causado en el cerebro por COVID-19

Aun no se conocen los mecanismos específicos que generan la patología cerebral como secuela de una infección COVID-19, aunque se reconoce que la afección neurológica es contundente reportando un gran número de pacientes a los cuales actualmente afecta su calidad de la vida.

Asimismo, aún se necesita determinar con investigaciones adicionales si esto es un efecto que se puede revertir o si es una consecuencia a persistente que impactará de manera importante en las personas que cursaron por la COVID-19.

Finalmente, aunque existen antecedentes e investigación concluyente que indica los efectos adversos en el cerebro y la consecuente disminución en la capacidad cognitiva, aún quedan por determinar ciertas especificaciones de esta secuela que permitan dar un seguimiento en los pacientes ante la función vital del cerebro que se muestra deteriorada.

 

Estudios detallados en: Nature, JAMA Netw Open y Neurol Neuroimmunol Neuroinflamm

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