Carl Sagan: sus frases más populares sobre ciencia y el cosmos
Carl Sagan fue un astrónomo, conocido dentro de la comunidad científica por sus grandes aportes en constantes proyectos encaminados a la exploración espacial y a la búsqueda de vida extraterrestre. Su presencia no solo se veía reflejada en el gremio científico, pues fue un gran divulgador de la ciencia entre los años de 1970 a 1990, y el legado de sus obras continúan hasta nuestros días.
Carl Sagan despertaba y mantenía en muchas personas el interés por la ciencia, desde científicos principiantes a figuras públicas populares, de millones de niños soñadores a adultos profesionistas. Sus aportes a la sociedad fueron aplaudidos por millones de personas, tanto es así que obtuvo el Premio Pullitzer por su extraordinaria labor divulgativa, en 1978.
La manera en que Carl transmitía sus conocimientos a los demás, deja un gran sabor de boca. Su pensamiento ha trascendido en generaciones gracias a sus obras y, en una gran parte, a muchas de sus frases célebres. Es por eso que aquí te mostramos las 10 frases más famosas del divulgador científico.
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“En algún lugar del cosmos, algo increíble está esperando ser descubierto”.
Esta es una de las frases que más nos invitan a pensar sobre la inmensidad del cosmos y cómo el espíritu aventurero nos puede motivar a realizar múltiples descubrimientos. Como ya lo ha dicho el astrofísico Neil Degrasse Tyson: “un científico es un niño que nunca creció”.
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“La imaginación nos lleva a mundos en los que nunca estuvimos”.
Si hay algo que caracteriza al pensamiento científico es la curiosidad por saber más y comprender todo lo que nos rodea, y para ello muchas veces se recurre a la imaginación para formular hipótesis. Prácticamente, podemos imaginar algunas circunstancias que nos transportan a situaciones que nos incitan a querer descubrir más, y a generar un “hambre de conocimiento”.
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“No quiero creer, quiero saber”.
La popular frase de Carl Sagan ha sido utilizada por mucho tiempo por una gran cantidad de personas y, aunque la idea pudiera quedarse en algo que rayaría en temas controversiales en la religión, lo cierto es que va más allá. La naturaleza del hombre siempre ha sido buscar el por qué de las cosas, y en el ámbito científico, ese por qué debe tener un sustento que afirme que es verídico.
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“Después de todo, cuando estás enamorado, quieres contarlo a todo el mundo. Por eso, la idea de que los científicos no hablen al público de la ciencia me parece aberrante”.
Todos alguna vez hemos escuchado que para tener éxito en lo que hacemos, debemos amar lo que estamos haciendo. Algo similar ocurre en la ciencia; el investigador ama lo que hace, ama el querer descubrir nuevas cosas, ama el conocimiento… ama la ciencia. La mejor manera de expresar esto, es mediante la divulgación de sus descubrimientos, sin embargo, en ocasiones no todo mundo puede comprender términos utilizados dentro de la comunidad científica; es por ello que deben de valerse de métodos para transmitir esos conocimientos al público en general.
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“Los libros son como las semillas, pueden estar latentes durante siglos, pero también pueden dar fruto en el suelo más estéril”.
Esta frase se describe por sí sola, y alude al beneficio que el humano obtiene del conocimiento, el cual puede venir del lugar menos pensado. La ciencia se hace en todos lados.
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“Si estamos solos en el Universo, seguro sería una terrible pérdida de espacio”.
Durante mucho tiempo, el humano se ha preguntado sobre su existencia y sobre su lugar en el universo. La frase invita a pensar en que posiblemente existe vida extraterrestre y que, en este vasto universo, es probable que existan otras civilizaciones inteligentes.
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“Somos polvo de estrellas”.
Quizá la frase más famosa de Carl Sagan sea esta, y bien se puede llevar el mérito a la mejor frase del divulgador; y es que no está para nada errada. Tu cuerpo se compone químicamente por millones de moléculas y elementos químicos, y todos sabemos por el principio de Antoine-Laurent Lavoisier que la materia no se crea ni se destruye, solo se transforma. Con base en esa premisa podemos afirmar que estamos constituidos por polvo estelar que alcanzó la complejidad química supramolecular. Por ejemplo, el hierro presente en la hemoglobina de tu sangre, alguna vez fue el causante de que una estrella supermasiva sucumbiera en forma de supernova. Recordemos que el hierro es un elemento que se produce en los núcleos estelares debido a la fusión de otros elementos, pero dadas las condiciones físicas en el interior de las estrellas supermasivas, este no se puede fusionar y por ende propicia la muerte estelar en una explosión cataclísmica conocida como supernova (o hipernova en estrellas verdaderamente titánicas).
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“El universo no parece ni hostil ni amigable, es simplemente indiferente”.
Prácticamente lo que esta frase nos dice es que nuestra existencia pasa desapercibida en la inmensidad del cosmos. Nuestras vidas y relaciones sentimentales no están influenciadas, por ejemplo, por la posición de los astros. Como lo dijo Rick: “Existe un infinito de inmensos espacios que ignoras y que te ignoran. Eres la nada en el pasado y la nada en el presente. Tus problemas son tan pequeños como tu propio lugar en el universo. Diviértete”.
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“El estudio del universo es un viaje para autodescubrirnos”.
Creo que no existen palabras para describir esta frase, pues por sí sola se da a entender a la perfección.
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“En la vastedad del espacio y en la inmensidad del tiempo, mi alegría es compartir un planeta y una época con Annie”.
Esta bien podría ser la frase más romántica de Carl Sagan. La frase en sí fue dirigida por él hacia su esposa, Ann Druyan.
Carl no dudaba en demostrar su afecto en público a Ann, quien fungió de editora para sus publicaciones, además de coescribir algunos textos con Carl. Debido a estas y a otras actividades, Sagan dedicó en agradecimiento un libro homónimo al quien fue el gran amor de su vida.
Sin duda alguna, Carl se adentró en el corazón de millones de espectadores, y su legado perdurará por siempre. Dos años después de haber sido diagnosticado con una enfermedad mielodisplásica, Carl Sagan falleció de neumonía a los 62 años de edad, en el Centro de Investigación del Cancer Fred Hutchinson de Seattle, en Washington, el 20 de diciembre de 1996.