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¿Cuáles fueron los primeros apellidos que se usaron en español?

FUENTE: Twitter/@CarbonariRosina

Los apellidos, esos elementos que nos identifican y nos conectan con nuestras raíces, tienen un interesante trasfondo histórico que se extiende a lo largo de diversas culturas y civilizaciones. No son meramente etiquetas, sino portadores de historias y linajes. A lo largo del tiempo, los apellidos han evolucionado en cuanto a su origen, implementación y estructura, desempeñando un papel crucial en la sociedad.

¿Por qué se han usado apellidos?

Los orígenes de los apellidos son variados y se remontan a distintos contextos culturales. En la antigüedad, en sociedades pequeñas, los nombres propios eran suficientes para distinguir a las personas. Sin embargo, a medida que las poblaciones crecieron y las comunidades se volvieron más complejas, surgió la necesidad de una forma adicional de identificación.

Surgieron así los apellidos patronímicos, basados en el nombre del padre, como «Johnson» (hijo de John) en inglés o «Ivanovich» (hijo de Ivan) en ruso. Estos apellidos indicaban la ascendencia y la relación familiar.

Otros apellidos se originaron a partir de la ocupación de una persona. Así, «Smith» en inglés o «Ferrero» en italiano reflejaban el oficio del individuo, una manera práctica de diferenciar a las personas en una sociedad en expansión. Los apellidos también podían derivarse del lugar de origen, como «López» (originario de Lugo) en español, o de características físicas o personalidad.

La implementación de los apellidos tenía múltiples propósitos. Además de diferenciar individuos con nombres similares, los apellidos ayudaron en la administración y en los registros públicos. A medida que las comunidades crecían y las actividades comerciales y legales se volvían más complejas, la necesidad de una identificación única se hizo más apremiante. Los apellidos se convirtieron en una herramienta vital en el seguimiento de linajes, herencias y derechos legales.

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El uso de dos apellidos, uno paterno y otro materno, es una característica distintiva en muchas culturas hispanas. Esta práctica comenzó a finales del siglo XIX como una forma de preservar ambos linajes familiares y evitar confusiones. Los apellidos reflejaban la herencia de ambos lados de la familia y contribuían a la identificación precisa de una persona en documentos oficiales. Esta costumbre se ha mantenido hasta el día de hoy en muchas regiones de habla hispana.

¿Cuáles fueron los primeros apellidos en español?

En sus inicios, las sociedades pequeñas confiaban en los nombres personales para identificar a sus miembros. No obstante, con el aumento de población y la aparición de comunidades más grandes, surgió la necesidad de una diferenciación más precisa. Los apellidos patronímicos, surgidos entre los siglos X y XI en español, fueron uno de los primeros intentos para abordar esta demanda.

Estos apellidos se formaban a partir del nombre del padre y llevaban terminaciones como «az», «ez», «iz» y «oz». De esta manera, de «Fernando» se derivó «Fernández»; de «Rodrigo», «Rodríguez»; de «Martín», «Martínez». Aunque en algunos casos el nombre se mantuvo intacto, como en «García», «Alonso», «Beltrán» y «Duarte».

Aunque nos identifican, también esconden historias más profundas y misteriosas. A medida que exploramos nuestros antepasados y sus vidas, descubrimos que los apellidos son tesoros que trascienden la superficie y nos llevan a la esencia de lo que significa ser humano.

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Luis Arana

Químico de profesión, ama la bioquímica y los procesos metabólicos. Fiel amante de la poesía.

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