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Astronomía

Si el Sol calienta la Tierra, ¿por qué no lo hace con el espacio que tiene alrededor?

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Nuestro astro rey ha sido la piedra angular de nuestro sistema solar, dando vida y luz a nuestro pequeño planeta. Pero, ¿alguna vez te has preguntado por qué, a pesar de la intensa radiación solar, el espacio entre el Sol y la Tierra permanece frío?

Para entender este misterio cósmico, primero debemos entender la naturaleza del Sol. Nuestra estrella es una esfera ardiente de plasma, compuesto principalmente de hidrógeno y helio. En su núcleo, ocurre una danza cósmica de fusión nuclear, donde los átomos se combinan para liberar enormes cantidades de energía en forma de luz y calor. Esta energía, en forma de radiación solar, es la fuerza que ilumina y calienta nuestro planeta.

Sin embargo, el Sol no calienta la Tierra como una gigantesca estufa cósmica. En cambio, la clave está en las partículas de radiación solar que fluyen desde el Sol hacia la Tierra. Estas partículas interactúan con las partículas de nuestro planeta, elevando así su temperatura. Pero aquí surge la pregunta intrigante: ¿por qué el espacio, aparentemente vacío, entre el Sol y la Tierra permanece tan frío?

La respuesta reside en la forma en que se transfiere el calor en el espacio: radiación. La radiación es la transferencia de energía a través de partículas llamadas fotones. En el vasto espacio, donde la densidad de partículas es baja, no hay suficiente materia para que la radiación solar caliente el vacío. La temperatura en este espacio cercano al cero absoluto, el límite más bajo teóricamente posible.

Entendamos el calor como una llama que se propaga: la conducción lo llevaría desde un lado de una sartén caliente hasta el otro, la convección lo trasladaría en el aire caliente de una habitación, y la radiación lo dispersaría en el espacio interestelar. Es crucial entender que la temperatura en el espacio es un concepto abstracto sin un objeto de referencia, ya que es la interacción entre partículas lo que genera el calor.

Cuando el Sol emite partículas de radiación, estas alcanzan la Tierra y son absorbidas por nuestra atmósfera. A diferencia del vacío del espacio, la Tierra tiene una abundancia de partículas con las que interactuar. La energía absorbida mueve los átomos, generando así calor. Es gracias a esta interacción que experimentamos el clima y las estaciones en nuestro planeta.

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En el núcleo del Sol, la fisión nuclear impulsa la generación constante de partículas de radiación. Estas partículas viajan desde el Sol al espacio, incidiendo en los átomos de los objetos que encuentran en su camino. La absorción de energía resultante provoca el movimiento de los átomos, generando calor. Si colocaras un objeto en el espacio y lo expondrías al Sol, alcanzaría alrededor de 120°C, pero si lo ocultaras del Sol, se enfriaría hasta llegar a unos gélidos -100°C.

La clave para entender este fenómeno radica en que, en el vasto espacio interplanetario, la falta de partículas limita la transferencia de calor. A diferencia de la Tierra, donde la atmósfera rica en partículas facilita la absorción de la radiación solar, el espacio carece de la materia necesaria para calentarse significativamente.

El Sol no calienta el espacio como lo hace con la Tierra debido a la baja densidad de partículas en el vacío interestelar. La radiación solar interactúa con la atmósfera terrestre, permitiendo que nuestro planeta mantenga su temperatura, mientras que en el vasto espacio, la falta de partículas limita la transferencia de calor. Así, mientras disfrutamos del calor y la luz proporcionados por el Sol, el espacio entre nosotros y nuestra estrella sigue siendo un vasto y frío misterio cósmico.

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Luis Arana

Químico de profesión, ama la bioquímica y los procesos metabólicos. Fiel amante de la poesía.

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