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Correr o caminar: ¿cómo puedes mojarte lo menos posible cuando llueve?

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En esos días inesperados de lluvia, todos hemos enfrentado la incómoda decisión de correr o caminar cuando no tenemos paraguas. ¿Cuál opción nos mojará menos? La respuesta parece sencilla, pero la física detrás de esta elección va más allá de la intuición. Exploraremos cómo la ciencia, a través de estudios y análisis, nos ayuda a comprender la mejor estrategia para minimizar nuestro encuentro con las gotas de lluvia.

La constante de la lluvia

La cantidad de lluvia que te alcanza en un periodo de tiempo determinado es constante, independientemente de si decides correr o caminar. Imagina la lluvia como un muro de agua que debes atravesar para llegar a tu destino. Ya sea que trotes o camin es, cruzarás la misma cantidad de agua en un minuto bajo la lluvia. Esta idea es similar a una máquina quitanieves, que, sin importar su velocidad, siempre quitará la misma cantidad de nieve de su camino.

Tiempo bajo la lluvia y longitud del trayecto

La clave para mojarse menos no está en la velocidad, sino en minimizar el tiempo bajo la lluvia y la longitud del trayecto. Optar por el camino más corto y pasar el menor tiempo posible bajo la lluvia es la estrategia efectiva, y correr te permite lograrlo. Aunque atravieses la misma cantidad de lluvia, corriendo estarás menos tiempo bajo ella, lo que te permite llegar más rápido a tu destino. Sin embargo, se advierte sobre el riesgo de resbalarse.

Factores adicionales

Investigadores han indagado en factores como el volumen de las gotas y el ángulo de su caída. El ingeniero italiano Franco Bocci sugiere que puede existir una velocidad óptima para minimizar el efecto mojado, dependiendo de estos factores. Si el viento golpea desde atrás, la velocidad óptima podría ser la velocidad del viento. En ausencia de este cálculo, se recomienda avanzar a la máxima velocidad posible.

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La perspectiva del esfuerzo

En 1987, el físico italiano Alessandro De Angelis planteó la pregunta de si realmente vale la pena correr bajo la lluvia. Su conclusión fue que la diferencia entre correr suavemente y a toda velocidad no justifica el esfuerzo. Incluso corriendo a la velocidad de un atleta olímpico en los 100 metros lisos, la reducción en mojarse es solo del 10% en comparación con un trote suave. La variación entre correr suavemente, a toda velocidad o a la velocidad óptima no marca una diferencia significativa.

La ciencia detrás de correr o caminar bajo la lluvia nos revela que, aunque correr puede reducir el tiempo de exposición a las gotas, la diferencia en mojarse no es significativa. La elección entre correr y caminar puede depender de factores adicionales, como la velocidad del viento y la longitud del trayecto.

Aunque la física nos brinda un entendimiento más profundo, en la práctica, llevar un paraguas sigue siendo la opción más segura para mantenernos secos en esos días impredecibles. La próxima vez que te encuentres atrapado bajo la lluvia, elige con sabiduría y, si es posible, ¡agarra ese paraguas!

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Luis Arana

Químico de profesión, ama la bioquímica y los procesos metabólicos. Fiel amante de la poesía.

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