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Cómo cultivar tu propio árbol de durazno: la guía definitiva para lograrlo sin fallar en el intento

Si quieres obtener tus propios duraznos sin tener que salir de tu hogar, entonces estás en el lugar indicado. ¡Aquí te dejamos el paso a paso para lograr cultivar tus propios duraznos!

El durazno es una fruta bastante deliciosa, aunque hay a quienes les causa disgusto debido a su textura tan singular, aun así el sabor y los nutrientes no se los quita.

De acuerdo con el Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera, el durazno <<pertenece a la familia Rosacea, lo que los hace parientes cercanos de la mayor parte de las frutas más comunes: manzana, pera, ciruela, y también de ornamentales como las rosas>>.

Como dato curioso, en el territorio mexicano, los principales estados productores de durazno son Chihuahua, Estado de México, Michoacán, Puebla y Zacatecas.

El consumo de esta peculiar fruta es muy versátil, puesto que podemos mezclarlo con una gran variedad de alimentos como: ensaladas de verduras, ensaladas de frutas, a manera de licuado con leche, entre muchas otras formas más.

Con una tonalidad naranjosa por fuera y con un ‘hueso’ casi rojo, el durazno se posiciona como una de las frutas que más nutrientes aporta a nuestro cuerpo, así que presta mucha atención a esto.

El Gobierno de Mendoza menciona que entre las vitaminas y minerales que el durazno aporta podemos encontrar:

Vitamina A

Vitaminas del grupo B

Vitamina C

Zinc

Calcio

Hierro

Potasio

Mismos que ayudan a mejorar la salud intestinal, disminuir el colesterol y mejorar el sistema inmune.

Así pues, toda vez que conoces las propiedades del durazno, ¡ya no lo pienses más y cultiva el tuyo dentro del hogar! Y para lograr esto solo necesitarás tener a la mano:

Hueso de durazno

Agua

Servilleta de cocina

Papel aluminio

Maceta con tierra limpia y fértil

Y para llevar a cabo esto solo sigue las siguientes instrucciones:

Crédito de imagen: Cocina Fácil

1. Obtén el hueso de un durazno que hayas consumido con anterioridad, lávalo y déjalo secar

2. Cuando ya tengas el hueso debidamente limpio y seco, procederás a abrir el hueso, tratando de mantener intacta la semilla en su interior.

3. Retira la semilla y ponla en un recipiente con agua, tápalo de manera hermética y déjala actuar durante toda la noche.

4. Cuando haya pasado el tiempo, retira la semilla del agua y elimina cualquier rastro que se haya desprendido durante la noche.

5. Pon la semilla sobre la servilleta de cocina y dóblala a manera de envoltorio y agrega agua apoyándote de tus dedos, de esta manera evitarás agregarle un chorro de agua directo.

6. Esta envoltura la pondrás en papel de aluminio y de igual manera doblarás a manera de envoltorio.

7 Pon tu envoltura dentro del refrigerador y permite que quede ahí durante una semana, siempre vigilando que no se vaya a secar o enlamar.

8. Después de esta semana, retira con mucho cuidado, y empieza a colocar la semilla dentro de la maceta con tierra fértil, cubre con un poco de tierra (sin dejar tu semilla tan profunda) riega con una botella rociadora y ponla al aire libre para recibir los rayos del Sol.

Al cabo de unos días, la semilla empezará a abrir, y podrás agregar algún fertilizante para lograr que la planta crezca sana y dé sus mejores frutos.

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