¿Qué es mejor, la carne de pollo o de conejo? Esto revela la ciencia

La eterna pregunta sobre si la carne de pollo o la carne de conejo es más nutritiva ha intrigado a muchos, especialmente porque, para el paladar, estas dos carnes tienen un sabor sorprendentemente similar. Es común escuchar que, si alguna vez se prueba el conejo sin saberlo, uno podría confundirlo fácilmente con pollo. Sin embargo, cuando nos adentramos en las propiedades nutrimentales de ambas carnes, descubrimos que existen diferencias importantes que pueden influir en nuestra elección alimentaria.
La carne de pollo, un alimento básico en muchas culturas, es conocida por ser una fuente accesible y relativamente económica de proteínas. Es rica en aminoácidos esenciales, aquellos que nuestro cuerpo no puede producir por sí mismo, y es baja en grasas, especialmente si se consume sin piel. 100 gramos de carne de pollo aportan aproximadamente 165 calorías, 31 gramos de proteínas y 3,6 gramos de grasa. Además, es una buena fuente de vitaminas del complejo B, como la niacina (vitamina B3) y la piridoxina (vitamina B6), que son esenciales para el metabolismo energético y la salud del sistema nervioso.
El pollo también contiene minerales como el selenio, un antioxidante que ayuda a proteger las células del daño oxidativo, y el fósforo, necesario para la salud ósea. Sin embargo, la calidad nutricional del pollo puede variar dependiendo de la parte del ave que se consuma. Por ejemplo, la pechuga es más baja en grasa que los muslos, y si se consume con piel, la cantidad de grasa aumenta significativamente.
La carne de conejo, por otro lado, es menos común en la dieta diaria, pero no por eso menos interesante desde un punto de vista nutricional. De hecho, cuando comparamos la carne de conejo con la de pollo, el conejo sobresale en varios aspectos. Para empezar, es aún más magra: 100 gramos de carne de conejo contienen aproximadamente 150 calorías, 30 gramos de proteínas y tan solo 3 gramos de grasa. Esta menor cantidad de grasa la convierte en una opción ideal para quienes buscan reducir su ingesta de grasas saturadas.

Además, el conejo es rico en ácidos grasos omega-3, los mismos que se encuentran en pescados como el salmón, conocidos por sus beneficios para la salud cardiovascular. Estos ácidos grasos no se encuentran en cantidades significativas en la carne de pollo, lo que le da al conejo una ventaja clara en términos de salud del corazón.
En cuanto a las vitaminas, la carne de conejo no se queda atrás. Es una excelente fuente de vitamina B12, esencial para la producción de glóbulos rojos y el mantenimiento del sistema nervioso, superando al pollo en este aspecto. También contiene buenas cantidades de otras vitaminas del complejo B, como la niacina y la vitamina B6, y es rica en minerales como el zinc, necesario para la función inmunológica, y el magnesio, importante para la función muscular y nerviosa.
A pesar de estas diferencias, la elección entre pollo y conejo no siempre se reduce a la mera comparación de nutrientes. Factores como la disponibilidad, el precio, y las preferencias personales también juegan un papel importante. Sin embargo, desde un punto de vista estrictamente nutricional, el conejo se posiciona como una carne más magra y rica en ciertos nutrientes que el pollo no proporciona en igual medida.
