Los ácaros microscópicos que viven en nuestro rostro se están fusionando lentamente con los humanos, según un nuevo estudio

La mayoría de las personas alojan, principalmente en su cara, una especie de ácaros microscópicos denominados Demodex folliculorum. Actualmente el humano, específicamente los folículos pilosos de la piel, son el único hábitat de estos organismos.
Ahora, un nuevo estudio ha demostrado que la vida de estos parásitos está cambiando de manera contundente debido a las comodidades que le brinda el cuerpo humano al dotarlo de protección, refugio y comida sin el mayor de los esfuerzos.
Tal parece que esta dependencia total está propiciando que este organismo se vuelva uno con el humano, es decir, este reconocido parasito obligado que se creía daña al huésped, podría estar convirtiéndose en un simbionte obligado, cuya sobrevivencia depende totalmente del humano y que no precisamente genera un daño sobre nosotros.
El estudio que demuestra este hecho fue publicado recientemente en la revista Molecular Biology and Evolution y se basó en un análisis exhaustivo del genoma de Demodex folliculorum que demostró cómo este ácaro microscópico, debido a la asociación que ha tenido con el huésped, ha reducido su genoma a lo esencial.
Esto implica que ahora estos ácaros cuenten con un número reducido de genes para codificar proteínas funcionales que se encuentran en mayor abundancia y de manera normal en otras especies relacionadas con él. Esto ha revelado cuestiones muy importantes sobre la vida de este organismo que describimos a continuación.
Como sabemos, estos ácaros microscópicos habitan los folículos pilosos, principalmente de la cara y pezones, y se alimenta de las secreciones grasosas de las glándulas sebáceas de la piel que desembocan en los folículos, así como de las células muertas, por lo tanto, este hábitat les asegura alimento sin ninguna limitación.
Además, en este hábitat rara vez estos organismos se enfrenta con parásitos competidores, por lo cual se encuentran protegidos, y, debido a esta existencia aislada, se aparean con ácaros genéticamente similares, lo que implica que no haya diversidad genética para transmitir a su descendencia y, explican los autores, que esto podría conducirlos a un camino evolutivo sin salida.
Asimismo, la reducción genética observada implica que los organismos sean extremadamente simples cuyas diminutas patas, por ejemplo, están impulsadas por solo tres músculos unicelulares. Esto también explica sus hábitos nocturnos de alimentación y apareamiento; entre los genes perdidos están los responsables de la protección contra la radiación ultravioleta y los que hace que los animales se despierten con la luz del día.
Esto propicia que los Demodex utilicen la producción nocturna de melatonina por el humano, que es la hormona responsable de regular el ciclo de sueño, para estar activos durante la noche y poder reproducirse. Asimismo, este singular arreglo genético ha conducido a que los penes de los organismos machos apunten hacía arriba desde la parte frontal de su cuerpo, algo así como un cuerno, por lo cual la hembra debe posarse encima del macho para reproducirse.
A su vez, el estudio revela que, al contrario de lo que se pensaba, estos ácaros cuentan con ano, por lo cual, la teoría que afirma que acumulan los desechos durante toda su vida y que cuando mueren los expulsan provocando inflamación en la piel, es incorrecta.
Finalmente, mencionan los autores del estudio que la asociación benéfica que podrían proporcionar estos organismos en el humano es que mantienen los poros de nuestra cara libres, así, dijo uno de los autores del estudio que «Se ha culpado a los ácaros por muchas cosas. La larga asociación con los humanos podría sugerir que también podrían tener roles beneficiosos simples pero importantes, por ejemplo, para mantener los poros de nuestra cara destapados».
El estudio completo lo puedes consultar en: Human Follicular Mites: Ectoparasites Becoming Symbionts
